“Este es un no lugar, donde uno puede aislarse entre mucha gente”. Así define, Víctor Winer, el espacio, tan particular y significativo del aeropuerto vacío de la pieza teatral “Postal de vuelo”, donde cuatro personajes sin destino concreto, se reúnen para jugar al póker.
La dramaturgia de la obra nacería misteriosamente de una lectura azarosa de notas periodísticas de Rodolfo Walsh, dando así origen a imágenes de cartas manipuladas por extraños personajes, y de esa forma comenzaría a desarrollarse una historia inquietante. Delirantes, irreales, obsesionados y patéticos, los personajes no logran o no pueden, sustraerse de la realidad que los agobia y los angustia. Criaturas crueles, inhumanas y desvencijadas como las valijas que aguardan ser recogidas por algún pasajero. Allí en la inmensidad del lugar sobreviven a la incomunicación que con gran acierto invoca a aquellos ambientes y situaciones del teatro del absurdo.